Semillas de ciencia básica

Siempre he creido que la ciencia es una actividad de curiosos. Una tarea que encuentra su razón de ser fundamental en la adquisición de nuevo conocimiento sobre el cosmos; en la satisfacción de nuestra ineludible necesidad de fisgoneo. Hacer ciencia es formular preguntas a la naturaleza y obtener respuestas más o menos provisionales.

Pero, lamentablemente, éste es un tipo de ciencia, la ciencia básica, bastante olvidada. Ciudadanos, políticos, empresarios y medios de comunicación parecen ignorar su existencia, y centran toda su atención en la investigación aplicada. La mayoría de los esfuerzos y los recursos se destinan a apoyar este tipo de proyectos, esperando obtener nuevos productos y procesos industriales que ofrezcan progreso y riqueza a la sociedad.

Olvidamos, sin embargo, que la ciencia aplicada de hoy se asienta y se desarrolla sobre los conocimientos básicos adquiridos desde principios del siglo XX. Si no hacemos ciencia fundamental hoy, ¿sobre qué cimientos se construirá el progreso del futuro?

A propósito de este tema, mantuve la semana pasada una conversación con un catedrático de Física de la Universidad Jaume I, quien denunciaba que muchos científicos se han vendido a esa visión práctica de la investigación científica. Horas después de nuestra charla me envió por correo electrónico la siguiente cita extraída de una artículo publicado en la revista Physics Today en octubre de 1993 por R.K. Adair y E. M. Henley:

"The critical importance of seed corn was known to all primitive agrarian societies. No matter how hard the winter, the tribe did not eat the seed corn - though some might starve. To consume the seed corn was to destroy the future. Today many of us worry that our tribe is ignoring the primary importance of basic research. Though times be hard, if we proceed, as our predecessors did, to show the seed corn of research with no goal except the understanding of nature, we will ensure the harvest that will sustain our granchildren."